viernes, marzo 04, 2005

Yo no sé absolutamente nada

Manadas de búfalos en mi cefalea.
Sensaciones en televisión.

No hablaré de mi,
estoy arte de mi,
lo he visto todo
tanto
que me cansé de verlo
antes de vivirlo.

Quisiera ver un mundo lleno de lagarteranas
y en mi ventana la luz del hongo de hiroshima.

Soy nihilista porque me pongo una rata cancerosa por Montera
y las putas me dicen "¡Ay, cuidado con el moño!"

Participo de un silencio contínuo que nos hace gritar.
Y, bueno, a nadie le importa,
pero he escuchado conversaciones horribles yendo en el tren.

"Pisad sobre terrenos pantanosos y hallaréis la felicidad",
es lo único que puedo deciros.

Bueno, también,
"Pastel de manzana y cancer de fresa."

Meriendo con mis amigos y mis amigos se habían ido.
No por mucho madrugar tengo un nuevo cerebelo.

Ven a dibujar conmigo el amanecer de un nuevo mundo.
Ven a ver como las hormigas llevan consigo su propio cadáver.
Ven a ver cómo tu nombre oculta lo que llora en tí.
Ven a rellenar con tu firma sentencias de muerte.
Ven a descubrir a los fascistas anidando en la azotea.
Ven a ver como el color gris se come las cosas y el aburrimiento te hace matar.
Ven a disfrutar del principio del fin.
Ven al nuevo mundo.
Ven al escondite y juega con tu propia sombra.

MUERE Y DEJA NACER

No me detendré jamás,
tengo el sentido común de un lemming.
Ilich Ulianov Lemming era amigo de mis padres.
Oh, sí, era un hombre sumamente divertido
y concedía con su graciosa bondad
un juego lleno de teclas destrozadas
sin alcanzar a decir.

Utilizo muy a menudo la palabra para siempre.
Sin embargo,
vivo de un modo sencillo y ordenado,
colgado del techo,
y con la sangre cayendo a borbotones.

He descubierto
un modo
de no ver
la cara de los demás:
imagino en ellos lo mismo que yo.

No funciona,
porque mi ciudad
no es la ciudad
que viven los demás.

La tuya tampoco.

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