fiebre del sábado por la mañana
escucho bandas sonoras de películas apocalípticas y sigo tumbado como un anciano
si tuviera que ir al hospital no habría nadie que pudiera llevarme
una muerte enternecedora, en este caos que llamo hogar
mientras, fuera del cuarto, la ciudad recuerda el día después de la masacre
y yo me mido la fiebre y no puedo ni tragar saliva
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