jueves, diciembre 17, 2009

Yappari



Y así fue como este día de amaneceres mortales acabó pasando como todos, incluyendo, eso sí, salvamentos en el último minuto y muchos vasos de agua en los que ahogarse a fuerza de dejar pasar las cosas y aceptar como una puta que la vida no se parece a lo intuyes debe. Lo que, seamos sinceros, no es algo por lo que debamos llevarnos las manos a la cabeza y estrellar los dientes contra el aire como fieras heridas, pero empieza a cansar, y llega a resultar cansino como las excusas que entonamos mientras galopamos entre dolores de adrenalina de los que somos únicos responsables por pringaos. Es por ello que, cuando me quedo dormido en el tren y el tren me lleva de vuelta al a la bruma fangosa donde las fechas límites son bonitas estrellas a miles de años luz, decido despertar por puro pánico al peso de las oportunidades muertas.