god owes me twenty
mi cuaderno ardía
lleno de palabras imbéciles
de las que nadie sabrá nunca
por momentos la música araña las paredes de mis párpados
como lágrimas de personas cansadas de su propia voz
caen en sacos rotos al ver que acaba la noche
la ventana trae sonidos de otras calles
y los recuerdos empiezan a llegar
refugiados de mundos a los que nunca podré volver
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