atardecer del martes
el sol cae sobre los edificios desde mi ventana
y la ciudad parece arder
la calma absoluta rota por el helicóptero de la policía
que guarda el sueño de los cerdos
mi respiración es un glaciar en una montaña
pero mi corazón atraviesa días sin encontrar
y las horas se hacen gritos
en los que no puedo oír mi voz
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