tu amigo el cadáver
Amigos/as, juro por mis muertos que acabo de ver, al abrir la puerta de mi habitación, a una tía que no había visto en mi vida haciendo prácticas en la terraza con una katana.
Transcribo a continuación mis avispados intentos de entablar comunicación con la susodicha, tras cerrar la boca y sentarme a fumar mientras la nativa seguía entrenando.
-¿Es de verdad katana?
-Katana... [incomprensible]
[Minutos después]
-¿Podría tener amabilidad de enseñarme?
-No, no, si yo estoy aprendiendo.
-No, no, katana.
-[...]imposible.
-Ah, es imposible.
[Minutos después]
-Yo soy...
-Es la primera vez que le veo.
-¿Estás viviendo aquí?
-No, voy a vivir aquí... En esa habitación (la mía)
[Minutos después]
-¿Desde cuándo?
-En un par de meses, más o menos.
-Ah.
Tras este ameno intercambio cultural, vuestro joven amigo el cadáver ha cerrado la puerta de su habitación y ha permanecido unos minutos en la inopia. Cuando ha vuelto en sí, y queriendo comprobar la realidad de lo sucedido, ha vuelto a abrir la puerta de la habitación, sólo para encontrar, por supuesto, que la joven psicópata se había esfumado como el viento a la luz de la luna.
Mi intención era la de quedarme tres meses más en esta habitación, pero teniendo en cuenta que no hay ninguna puerta entre la terraza y la calle, y que mi habitación no tiene pestillo, puede afirmarse, sin lugar a dudas, que voy a ser pasto de los ninjas.
Fue un placer.