jueves, mayo 22, 2008

Sopa de Miso


"Le grité a uno de los relaciones públicas que conocía y le hice acompañarnos hasta el local. Se llamaba Satoshi y, como yo, tenía veinte años. Era de Yamanashi o de Nagano, no me acuerdo, pero se había mudado a Tokyo a los dieciocho para preparar el ingreso a la universidad y, muy pronto, se había vuelto loco. Yo no le conocía en aquel momento, pero me había mostrado las secuelas una vez que me había invitado a su piso para estar de fiesta hasta las tantas. Me enseñó un juego de construcciones. Al parecer, se pasaba casi todo el día jugando con él en los trenes de la Yamanote, apilando los cubos de madera en el suelo. Y eso por qué, le pregunté yo. Pues no lo sé, me dijo él. De verdad que no lo sé, pero lo encontré en Kiddyland y al final me lo compré, quiero jugar con esto donde sea, pensé, lo mismo dentro de los trenes está bien, pensé, la verdad es que construir castillos dentro del tren en marcha mola bastante, como te diría, es como estar trance, pasando las horas sin pensar en todas esas cosas raras, porque yo, en esa época, estaba siempre pensando en clavar objetos afilados, alfileres, mondadientes y tal, en los ojos de niñas pequeñas, y te juro que me daba miedo pensar en que pasaría si llegase a hacer algo así, y qué se le va a hacer, pues me puse a apilar mis bloques de madera en los trenes y se me quitaron las paranoias, es difícil construir nada dentro de un tren en marcha, en la Yamanote hay curvas de la hostia en bastantes sitios, entre Yoyogi y Harajuku hay una especialmente difícil y yo, para que no se me derrumbasen mis bloques de madera, los abrazaba suavemente, como si fueran un bebe recién nacido, sí, sí que me que me llamaban la atención, sin parar, los encargados de estación, los revisores, los guardias de seguridad me detuvieron no sé cuantas veces, yo lo que hacía era no ponerme en la hora punta, y así me pasé medio año, hasta que llegué a Kabukicho y me curé, no es que me guste Kabukicho, no sé, ¿tu cree que hay alguien a quién le guste este barrio?, pero es que es me siento a gusto aquí, aunque trabajase en un barrio que me gustara y pudiese entrar a la universidad que quisiera, no creo que haya nadie a quién le guste pensar en clavarle cosas en los ojos a niñas pequeñas, ¿verdad?"


Murakami Ryu, In Za Miso Suupu, Gentosha Bunko, 1998, pp. 25-26.

1 comentario:

Dr. MUJOL dijo...

¡¡GRAN SOPA!!

tío, esa sopa me curó el peor resfriado de la historia en denver colorante

¡¡brindo con sangre por la sopa de miso!!

P.D: A ver si brindamos