sábado, noviembre 20, 2004

Mañana de la noche del viernes

Mi despertar es dulce y frío como la memoria de los días en que no había nada que hacer.

Mis manos están heladas y el teclado lleno de espinas.

Un CD con cuartetos de Beethoven.

Es todo tan sublime que querría desparecer,
negar el color de las emociones vacías que me trae la ciudad.

De todos modos,
en cuanto a lo que espero de este día
podría decir que tengo muchos planes y pocos resultados.

Del mismo modo,
el porno de la red es cada vez menos atractivo
y se pone al mismo nivel que las mujeres de los carteles
y las bellezas increíbles con que me cruzo para no volver a ver.

Por lo tanto,
diría que es posible corregir el modo que tengo de ver las cosas,
pero haría falta tanto esfuerzo que lo dejo estar
como un perro se cansa de intentar morder su propia correa
o una brújula deja de soñar en una tormenta magnética

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