a dos habitaciones de distancia
en blanco la red recibe mis dedos sin marcar los pasos bocabajo las cartas despacio el silencio que me trae las olas de otros vuelos sin que lleguen a despejarse las palabras que nunca comprendiste
miro las ventanas de otras ciudades y no hay televisión que haga desaparecer las ganas de matar
después de tantos días y de tantas noches y de tantas veces que pensé escribirte para decirte que lo mío conmigo se había terminado y que todo lo que pudieras decirme sería algo que dirías a alguien que ya no está
después de las maneras que encontré de fijar mis ojos en las mañanas sin espejo y las putas de tus pieles y las ratas de los cuadros y los niños de las grietas
después de que las palabras se alejasen para ser memoria de la tierra quemada
después de que tu cara se convirtiese en fotos y tu voz al otro lado del océano naufragase
después de decidir que no hay nada de mis gritos que pudiera salvarte
después de pasar los días sin mirar más allá de las horas
después de los billetes de avión, las estaciones y el ridículo de perder la voz
llegan colmillos de otra luna nueva